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Esperando el alba
Visto y no visto
Tal era ya el cruel deseo
que los niños allá fueron
y por la ventana vieron
la sed que de ello tuvieron.
De pronto clamaron gritos
y la sed salió a la puerta
a descubrir ya la lucha
que gritaba por la huerta.
A un muchacho a casa trajo
y vió en la nariz un tajo
y allí mismo le curó
que bien pronto despidió.
A la mañana siguiente
la clase estaba caliente
mirando ya al pizarrón.
Escenas se sucedieron
con pesar y sin pesar
hasta que un perro muy viejo
el suelo descogotó.
La escuela se le cerró
y el deseo ya emigró
y la sed se le contuvo
en su casa por un duro.
Al volver, un perro viejo,
el desván descalabró
y allí mismo quiso hacer
lo no permitido hacer.
Mas la sed no se contuvo
y tal golpe ya le dio
en el bajo del reloj
que el perro no se movió.
La sed se nos fue otra vez
y el niño se nos mató
pero volvió a renacer
y como la sed volvió
ya se nos regeneró..
Miranda, primavera 1975
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