El aura
Cedió el asiento bajo el peso
de la noche y la inquietud.
Sobrepasó el tiempo la amistad
y se olvidó aquel presente
que cernía sus colores a las manos.
No fue más. Sólo la aurora.
Y al ceder abrió sus alas
para volar tan alto como las nubes.
El sol cedía.
Barcelona 1984