La utopía del oriente      

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Con un pie en el lado extremo

del terreno circundante,

se oyeron ruidos ajenos

que agarraban con sus sones

el fluir de los vaivenes.

No se oía nada más

que aquello que siempre se siente entre la bruma

y no se escucha.

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Se miraba sin ver nada

hacia adelante ni hacia atrás.

Nada de nada. Obscuridad sin color.

Un recuerdo, permanencia de esas cosas

modificadas al extremo,

se asomó por el abismo

que iba abriéndose entre todo y entre todos

y arrasó la utopía de vivir en el oriente.

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El temor de deshacer a componer,

de perder a no vencer,

siempre es así, empuñó el arma.

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Tras una pausa,

larga como puede ser una agonía,

el desafío de abalanzó des de lo alto.

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          Barcelona 1984