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Esperando el alba
Otoño florecía
a Mary Carmen
El sol tras los pinos del verano entero
cerraba su curso con el viento negro.
El agua en las nubes grises y calladas
sonaba en las piedras triste melodía.
La noche encendía su eterna lumbrera
callada y oscura por ser la primera.
Pero un joven tallo de la verde higuera
miraba un luna que al fin le envolvía
y sus hojas secas casi marchitadas
le tendían sus brazos a la joven luna.
La enorme distancia que los separaba
se quedó allí afuera corta y la cortaba.
Se unieron contentos y no era quimera
sino eterne lucha que se la buscaba.
Por fin florecieron sin pensar en nada
como rosas rojas de la primavera,
mas la negra nieve que el collado ajaba
desunió los lazos que más se estrechaban
pero no las rosas de aquellos recuerdos
pues el cuerpo pudo mas no el alma mia.
La distancia es mucha, mas no la mirada.
Vitoria, otoño 1977
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