
Abelitus web

Esperando el alba
Soledad
a mi pueblo
Era un bullicio de voces
repetidas a mil vientos.
Era todo movimiento
que alegraba corazones.
Nos dábamos cuenta
si el sol se ocultaba.
Los niños dormían
al igual que todos.
Lo mismo los gatos,
perros y ladrones.
Pero con el día
el pueblo era inmenso.
Vivir era vida.
Cantar daba gusto.
Mas hoy le estoy viendo
y no está la noche.
Son las doce y cuarto
de este mediodía.
Ni un canto, ni un lloro.
Mirad que es de día.
Vitoria, enero 1978
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