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Esperando el alba
Entrada a Olvido y soledad
Caen las hojas disecadas
del árbol que diera frutos,
que antaño el soto adornara
con sus banderas al aire.
Caen las hojas junto al río
resecadas por el tiempo,
que marcó toda su vida
cuando el verano acabara.
Caen sin tregua mas no al agua
pues el río que fluyera
como una fuente encharcada
está seco, yermo y muerto.
Caen las hojas y se fijan
en el puente de madera
que ornó en su tiempo las aguas
del arroyo ya secado.
Y por él, el puente digo,
un niño, descalzo el pobre,
sin amos,
mira la enorme vereda,
ve que las ramas se quedan
sin ornajes ni pulseras
que el cauce seco está viejo,
sólo piedras deja ver.
Ve que nadie da las gracias
ni al árbol ni al cauce seco
por sus frutos o su aguas.
Y piensa que no hay derecho
dejar mal e ingratitudes
por esos dones preciados.
Vitoria, enero 1978
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