Entrada a Lucro 

​

Llama al obrero 

y dile que te cuente 

el su pesar sincero.

​

Llámale

y escucha su ronca voz

fatigada del trabajo

y del polvo mal nacido.

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Te dirá que sufre,

te dirá que llora

pero que la lucha

es su ley de vida.

​

Su mujer le adora

pero no comprende

por qué unos tan poco

mientras otros tanto.

​

Te dirá con un ligero

acento melancólico

que está cansado de lucha

de intrigas y de miedos;

que quien lucha perece

y quien triunfa se encierra

con los mismos que antes

le dejaban afuera.

​

Te dirá que cultura no pudo

y es la verdad, no pudo

de la escuela pasar 

por trabajar primero;

​

que su hijo trabaja,

doce años y trabaja

como mula de carga

sin sueldo que sea justo,

sin vida, como máquina.

​

Te dirá que ve siempre

comer de las basuras

que los ricos dejaron

harapientos muchachos

con hambre y sin dinero.

​

Te dirá que está solo 

con su mujer y su hijo

olvidado de todos,

desechado por todos.

​

Y al final te dirá sonriendo

esperando tu respuesta:

¿vienes conmigo a a lucha?

​

Vitoria, otoño 1977